miércoles, 18 de noviembre de 2009

ASTROS Y CABALLOS


Crónicas mucho más recientes cuentan que el astrólogo de Hitler era el que decidia la fecha de los ataques del ejército alemán, según la posición de los astros en el horóscopo de Hitler (era Aries); de ahí el desconcierto y desesperación de los Servicios Secretos Aliados, ante la irregularidad y en ocasiones irracionalidad de tan trágicas operaciones. Sucedió que, una vez enterados del método utilizado, buscaron otro astrólogo, que basándose en los mismos datos previó los ataques e invirtió el orden de la sorpresa. Parece que el astrólogo (aunque evidentemente no era culpable de nada) se salvó de las iras del Fürher al precio de caer en un absoluto descrédito, lo que prueba que los tiempos han cambiado favorablemente para los practicantes del oficio, ya que en la antigüedad se hubiese dado por bien librado con que simplemente le cortaran la cabeza.
Pensar que hoy en día tenemos horóscopos universalizados, computerizados, estandarizados y aptos para el consumo masificado en cualquier diario o en básculas de farmacia.
Pero es probable que, por el riesgo que suponía el ejercicio de la astrología, se deba el que los practicantes del mismo utilizasen un lenguaje ambigüo y netamente evasivo cuando se les interrogaba sobre alguna empresa azarosa; en esto, la respuesta de un astrólogo de Babilonia a su rey es digna de figurar en cualquier manual de estilo sobre astrología dipomática:
Al rey, mi señor, tu servidor, jefe del observatorio astrológico de la ciudad de Arbeles, te saluda! ¡Al rey, mi señor, que Nabou, Mardouk e Ishtar de Arbeles lo bendigan!
El 29º día hemos hecho la observación, el observatorio estaba lleno de nubes, no hemos visto la luna.

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