lunes, 6 de abril de 2009

EL HIPÓDROMO DE LA ZARZUELA


R. GOMEZ ABAD, arquitecto; RAMON RIOS, ingeniero.

Gran parte de su artículo lo destinan a explicar el problema de instalar el recinto de general entre las pistas, la peligrosidad de situar al juez de llegada al alcance del público (se ve que los exaltados no son patrimonio de ninguna época) y, todo ello, para explicar la solución adoptada por ellos, que definen como una solución lineal.
Para compensar la pérdida de visión de llegada que la solución lineal tiene, separan las tribunas de preferencia y general con los paddocks de presentación y retorno, con lo que la solución se hace aún más lineal.
Estudian muy detenidamente el flujo de público y la circulación de caballos y, detalle curioso, sitúan el restaurante en la parte alta de la finca, so pretexto de que la utilización del mismo no coincidirá, según ellos, con las horas de carreras y, por el contrario, se consigue una espectacular vista de todo el hipódromo y de Madrid.
Las cuadras, para evitar movimientos de tierras, las sitúan cerca del río, en las proximidades de lo que es hoy la recta de los 1.800 metros.
Igualmente, con el criterio de que en Madrid apenas llueve y que cuando ocurra, el público seguramente no acudirá, deciden no hacer un alarde ingenieril y magnifico voladizo típico de los hipódromos foráneos donde sí se requiere. No obstante, para proteger al público del sol, ante la inexistencia de voladizo, incluyen una malla metálica vertical que, llena de flores y plantas, dará sombra, resultando una solución estética y desde luego económica.
La perspectiva es de dos plantas alrededor de una torre rematada con un reloj y la distribución es: servicios de hipódromo, abajo y oficinas, arriba. La vista de esta solución lineal es de mazacote.

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