martes, 25 de agosto de 2009

MÁS DE 150 AÑOS GALOPANDO


Estábamos en un período donde no puedo por menos que citar a dos de los mejores vallistas de todos los tiempos: Salvador (1954) y La Maja (1955), ésta además, con siete victorias en liso, era un portento, pero aquél se llevó más gloria porque ganó en París con J. A. Sagardoy, acabando como semental en Santander para caballos de concurso. Hay que resaltar la labor de El Duque, contribuyendo con su Alfidir (1953), entre los machos, y Hallada entre las embras, que son sus hijos y nietos han cubierto decenas de años del panorama vallístico español.
Hasta el año 70, con el Marqués de los Trujillos, fue una etapa de despegue, en la que tendremos que ir desgranando muchos caballos.
Por orden cronológico citemos a Roque Nublo (1954) que, aunque importado, fue bautizado de nuevo con la alusión canaria tan típica del Marqués de la Florida. Invicto a dos años, la afición estaba con él, pese a que hacía sufrir perdiendo cuerpos en la salida. Era un velocista y sólo a base de clase y pundonor pudo ganar en 2.200 metros. Disputó 40 carreras en cinco años, ganando 20 y colocándose en 12. Quizá corrió en exceso para lo delicado de su salud. El posible enfrentamiento entre el Roque y el Sultan (Sultan el Yago), tan esperado a dos años, se produciría a tres, cuando el interés había decaído totalmente. Sultan el Yago está inmortalizado en una estatua de broce preciosa, de José Torres, en la Venta de la Rubia. Era hijo de La Baroda, aquella yegua que no pudo demostrar su clase en las pistas por dificultades de preparación, pero que dió a este primer crack de la Cuadra Rosales, que en 18 salidas y cuatro temporadas obtuvo 10 victorias y 5 colocaciones.

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