lunes, 14 de junio de 2010

EL CABALLO


A lo largo de los años, la selección de razas y tipos ha ido adecuando su anatomía a la función principal a que se destinan cada un ade ellas y las condiciones ambientales en que la ejercen: patas más finas para las razas más rápidas y gruesas, y grandes para las destinadas a trabajos pesados; y en consonancia con ese mayor o menor volumen, huesos, músculos, tendones y articulaciones.
Con todo, pueden establecerse unas normas generales:
1.- Que el caballo pueda plantarse con las patas delanteras y traseras perfectamente alineadas.
2.- Que, al hacerlo, los pies queden rectos y no ladeados.
3.- Que, vistas de perfil, las patas sean rectas, corvejón aparte.
4.- Que no presenten hinchazones en torno a las articulaciones y los tendones.
5.- Que tanto las dos patas delanteras como las dos traseras sean iguales entre sí.
Cuando las patas anteriores presentan algún defecto, el peso del caballo se reparte desigualmente entre ellas y sobre ellas, creando tensiones inadecuadas en algunos tendones o en el conjunto de la estructura. Por ejemplo, cuando las patas anteriores están remetidas hacia delante o el caballo es trascorvo, estevado o izquierdo, el peso recae sobre una parte inadecuada del pie. Las patas delanteras, que son las que soportan un mayor peso, deben ser rectas y verticales para evitar tensiones inadecuadas.
Los pies del caballo deben ser simetricos y proporcionados, en anchura y longitud de la palma así como en la continuidad lineal entre la cuartilla y la pared del casco.
El galope es el momento de mayor tensión para las patas del caballo, que deben ser rectas y simétricas.

No hay comentarios:

 
Google